
Por Fernanda Contreras.
Cuernavaca.- Para las madres buscadoras de Morelos, la celebración del 10 de mayo, tradicionalmente dedicado a celebrar la maternidad, se transforma en una jornada de profunda tristeza y dolor. Lejos de los festejos y las muestras de alegría, este día se convierte en un crudo recordatorio de la ausencia de sus hijos desaparecidos, mencionó Alma Griselda, madre buscadora.
En entrevista, explicó que recordar a su hijo desaparecido cada año es una herida que no logra cicatrizar. La incertidumbre sobre el paradero de sus seres queridos durante largos periodos de tiempo les arrebata cualquier motivo de celebración, tiñendo esta fecha de melancolía y desesperanza.
Alma Griselda es una de las muchas madres que viven esta dolorosa realidad. Con la voz quebrada por la angustia, recuerda a su hijo Diego, quien desapareció hace ya 13 años. Para ella, como para tantas otras mujeres en su situación, el 10 de mayo no evoca flores ni regalos, sino la falta de su hijo y la constante pregunta, sin respuesta, sobre su destino.
La experiencia de Alma Griselda refleja el sentir de un colectivo de mujeres valientes que han transformado su dolor en una incansable búsqueda. A través de colectivos y organizaciones, las madres buscadoras se apoyan mutuamente, comparten información y ejercen presión sobre las autoridades para que se intensifiquen las investigaciones y se agilicen los procesos de localización.
La conmemoración del Día de las Madres para estas mujeres se convierte en un acto de memoria y exigencia. En lugar de recibir felicitaciones, salen a las calles, realizan marchas y eventos para visibilizar la problemática de la desaparición forzada y demandar acciones concretas por parte del gobierno. Su presencia en el espacio público durante esta fecha busca recordar a la sociedad que la celebración está incompleta mientras haya madres llorando la ausencia de sus hijos y familias viviendo en la incertidumbre.