
Por Fernanda Contreras.
Cuernavaca.- En el poblado de Acapantzingo, reside Virginia Muñoz Moreno, una cocinera tradicional y miembro de la asociación “Sabores, Cultura y Sazones de los Pueblos de Morelos”, cuya conexión con la cocina se remonta a su más tierna infancia.
Su relato es un testimonio vívido de como la tradición y el arraigo familiar forjaron su pasión por los sabores auténticos y ancestrales de su tierra. Desde los primeros años de su vida, Virginia se sintió atraída por el ritual culinario que observaba en su hogar.
Con apenas cuatro años, Virginia se levantaba muy temprano para acompañar a su madre al molino, una travesía matutina que marcaba el inicio de su jornada y el despertar de su vocación.
Recordando esos momentos con una mezcla de nostalgia y alegría, narra cómo la simple idea de ir al molino la impulsaba a saltar de la cama y unirse a su madre, incluso en la oscuridad de la madrugada.
Fue a la edad de nueve años cuando Virginia, con un espíritu inquieto y creativo, se aventuró a preparar sus primeros chiles rellenos. Ante la falta de harina para capear, buscó consejo en su madrina, quien le sugirió utilizar maicena.
Entre sus creaciones más destacadas se encuentra la discada, una mezcla de carnes cocinadas en un disco de arado, herencia de su suegro, un ejidatario que por años cultivó arroz y otras delicias.
Otro platillo que Virginia busca rescatar y dar a conocer es la atapacua, un exquisito mole de hierbabuena con carne de puerco y chile negro.
Para ella, la hierbabuena va más allá de un simple condimento para caldos o tés; es el ingrediente principal de un mole riquísimo que merece ser valorado y difundido. La discada, un platillo que encanta a su familia, y la atapacua, un mole poco común, son solo una muestra de la riqueza gastronómica que Virginia Muñoz Moreno comparte con pasión y dedicación.
A través de cada platillo, Virginia no solo ofrece una experiencia gastronómica, sino que también comparte historias, memorias y el profundo arraigo cultural de los pueblos de Morelos.