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Por Dulce Hernández

Cuernavaca, Mor. La doctora Isis López Agama, responsable de la Unidad de Evaluación y Diagnóstico de Obesidad Infantil en Morelos, advierte que el sobrepeso en menores ya era una pandemia antes del COVID. Hoy, sus efectos son más evidentes: cada vez más niñas y niños presentan alteraciones metabólicas como glucosa y colesterol altos desde edades tempranas, especialmente entre los 10 y 12 años.

Los malos hábitos alimenticios y la alta ingesta de productos ultraprocesados afectan directamente la salud infantil. Estos productos contienen aditivos que alteran la saciedad y pueden derivar en enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión o problemas cardiovasculares. Ante esto, se propone un cambio gradual pero constante en la alimentación y estilo de vida.

La educación nutricional debe involucrar tanto a los niños como a sus tutores. Acciones como implementar la “lonchera saludable”, planear los alimentos de la semana y elegir frutas y verduras de temporada ayudan a evitar gastos innecesarios y a mejorar la dieta. El papel de los padres es fundamental: muchos niños no llevan alimentos de casa, lo que compromete su nutrición.

La doctora sugiere una regla práctica para comenzar: 1 hora de ejercicio o 1 litro de agua al día, 2 frutas, y 3 verduras. También recomienda reducir el tiempo frente a pantallas e hidratar a los menores con agua simple, especialmente en temporada de calor.

Finalmente, aunque los programas escolares como “Vida Saludable” tardarán en mostrar resultados, su continuidad es clave. La transformación comienza en casa, y el llamado es claro: padres, actúen ahora para proteger la salud futura de sus hijas e hijos.

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