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Por Mafer Valdez

Cuernavaca, Morelos. Un peligro invisible: los microplásticos que ya habitan en nuestro organismo, los cuales se pueden encontrar en alimentos que consumimos en nuestro día a día, nos explicó en entrevista el Doctor David Lopez, investigador de la UAEM.

El plástico nunca desaparece realmente. Por su naturaleza sintética, ningún organismo puede descomponerlo en materia orgánica. En lugar de biodegradarse, se va erosionando con el tiempo hasta convertirse en fragmentos microscópicos que terminan en nuestra comida, especialmente en productos como el pescado.

“Estas partículas casi invisibles llegan principalmente por lo que comemos y bebemos hubo un estudio del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos que, evaluó esta situación.

El 93% de las personas analizadas tenían niveles alarmantes de bisfenol A (BPA) en su orina, un compuesto químico que se añade al plástico para hacerlo más duradero pero que es potencialmente dañino para la salud”, señalo el investigador.

En laboratorios de todo el mundo se prueban alternativas: desde nuevos materiales que se disuelven más fácilmente hasta bacterias modificadas genéticamente que podrían ayudar a degradar algunos tipos de plástico. En China ya experimentan con microorganismos capaces de descomponer ciertos polímeros.

Le consultamos al Doctor David Lopez que se puede hacer para reducir estos residuos y nos respondió: “Evitar calentar alimentos en recipientes plásticos (aunque digan ser aptos para ello) y apoyar la investigación científica que busca soluciones a este problema.”

En Morelos, se generan 500 toneladas diarias de basura (11% plásticos no reciclados), el problema es de urgente atención. Ríos como el Apatlaco arrastran estos microplásticos hasta zonas agrícolas, cerrando un círculo peligroso que nos devuelve la contaminación en nuestros alimentos.

El experto hizo el siguiente exhorto a la población: “El plástico ya no es solo un problema ambiental, es un riesgo directo para nuestra salud. Mientras la ciencia busca soluciones, nuestras acciones diarias son la primera barrera de defensa”.

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