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Por Fernanda Contreras.

Cuernavaca.- La historia de un edificio emblemático en Cuernavaca se entrelaza con figuras históricas y transformaciones urbanas significativas.

Originalmente concebido como un hotel de primera categoría, el Hotel Papagayo, cuyo nombre evoca al famoso establecimiento acapulqueño, tiene sus raíces en la visión del general revolucionario y excandidato presidencial Juan Andrew Almazán. Inspirado por el éxito de su hotel en Acapulco, Almazán buscó replicar ese esplendor en la capital morelense.

La construcción del Hotel Papagayo fue encomendada al ingeniero Enrique Campesino, y sus puertas se abrieron al público el 13 de abril de 1946. Desde sus inicios, el hotel se distinguió por su elegancia y servicios de alta calidad, convirtiéndose rápidamente en un punto de encuentro para la sociedad capitalina y los turistas que visitaban la ciudad en aquello época.

Su primer aniversario fue celebrado con una gran gala, donde personalidades del arte y la radio se unieron a la distinguida concurrencia, como lo relató el cronista Valentín López González.

En aquel entonces, Luis Cárdenas, en representación del hotel, expresó su agradecimiento a la sociedad y a los visitantes por su preferencia, al tiempo que felicitó al propietario, Leónides Andrew Almazán, hijo del general, y a su familia. Este evento no solo marcó un año de éxitos para el hotel, sino que también consolidó su posición como un referente social en Cuernavaca.

El hotel, contaba con 80 habitaciones y ofrecía tarifas que incluían alimentos, además de servicios como alberca de agua templada, mesas de ping pong, garajes y teléfono en cada habitación.

Sin embargo, el destino del emblemático edificio tomaría un giro inesperado. Con el paso del tiempo, las dinámicas urbanas y las necesidades administrativas de la ciudad evolucionaron, surgieron nuevos y modernos hoteles y el Papagayo se mantuvo cerrado por muchos años.

En un movimiento que marcó un nuevo capítulo en su historia, las instalaciones del antiguo Hotel Papagayo se convirtieron en la sede del Ayuntamiento de Cuernavaca en el año 2007, durante la administración del alcalde Jesús Giles Sánchez.

De esta manera, el Hotel Papagayo trascendió su función original como un espacio de hospedaje y esparcimiento para transformarse en el centro del poder administrativo local. El legado de Juan Andrew Almazán, plasmado inicialmente en un proyecto turístico, perdura hoy en día como el lugar donde se toman las decisiones que impactan la vida de los habitantes de Cuernavaca, manteniendo viva la memoria de su pasado mientras sirve a las necesidades del presente.

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