
Su negocio está sobre la calle Tierra Libertad número 110 y desde hace 45 años Don Felipe realiza esta actividad. A los 11 años comenzó y hoy tiene 56 años de vida, donde varias han sido las anécdotas que le han sucedido y hoy el señala que se trata no de un trabajo “sino de una pasión y de mucha dedicación debido a que más que reparar una figura, lo que se restaura son los sentimientos y el cariño que las personas les tienen a su niño Dios”.
Es por ello que reiteró que “en muchas de las ocasiones, la gente prefiere reparar sus imágenes porque tienen un valor sentimental importante, porque se los regaló alguien muy querido de la familia o alguna amistad y lo prefieren recuperar que comprar uno nuevo”.
Este trabajo lo ha perfeccionado a través de los años como en el caso del modelado, el lijado y la pintada para que queden como nuevos; ya que comentó que hay imágenes que llegan a su taller como rompecabezas, por lo que hace todo para que queden bien: desde arreglar las piernas, brazos, pestañas.
Contó que hay varias anécdotas como la de un niño Dios que le salieron lagrimitas y su hija fue testiga hace unos días; o la de una clienta a la que no atendió un día y derivado de eso sus ventas bajaron, una vez que la misma señora le dijo que le iría mal. Al otro día, la clienta volvió para pedirle nuevamente el servicio de restauración y tras aceptar, minutos más tarde, su local estaba lleno de clientes, por lo que advirtió que la señora le deseó un mal y se cumplió ya que no tuvo ventas el día que no la atendió; pero en cuanto regresó y él decidió darle el servicio, ese día, sí vendió mucho.