
Por Fernanda Contreras.
Cuernavaca Mor.- Ser bolero es un oficio con más de un siglo de historia. En pocas palabras, es un trabajo que rinde culto al brillo del calzado.
Don Constantino Guerrero, a sus 72 años, es considerado entre los boleros como uno de los más veteranos, ya que comenzó aprendiendo el oficio cuando tenía 13 años, en el zócalo de Cuernavaca.
A su corta edad decidió aprender su primer y único oficio, al principio sintió que era muy difícil pero no poco a poco aprendió como era el procedimiento.
En entrevista para punto por punto, Constantino Guerrero explicó cómo es que realiza su trabajo; primero se cepillan los zapatos, luego se les aplica un jabón, y grasa para que queden brillosos, al final se les pasa un trapo con el que se lustran; incluso se les puede aplicar tinta de colores comunes en zapatos como negro o café.
En su trayectoria como lustrador durante 32 años ha servido para mantener a su familia, poder solventar sus gastos personales y poder comprar los materiales que utiliza para hacer su trabajo.
Hoy en día la boleada se cobra en 30 pesos y se afirma que una buena boleada tiene que durar aproximadamente quince días. El cambio de color tiene un costo de 50 pesos.
Sus principales clientes son los abogados, diario desde muy temprano lo buscan para darle brillo a sus zapatos, también los doctores y dentistas antes de ir a sus consultorios lo visitan.
Hoy en día se puede seguir observando cómo trabajan los boleros en distintas partes de la Ciudad; sin embargo, es considerado uno de los oficios que se encuentran en peligro de desaparecer