
Por Fernanda Contreras.
Morelos.- Con una profunda entrega que trasciende la comunidad de Ocotepec, se prepara un año más para vivir con intensidad el tradicional viacrucis, un evento que conmueve corazones y renueva la fe. En el centro de esta tradición, están personas como Marcelo Ricardo Ballastra, quien por tercer año consecutivo se dispone a encarnar a Jesús.
El actor tiene un gran compromiso espiritual. Su preparación abarca desde la confesión hasta el fortalecimiento físico mediante la calistenia, para soportar el peso simbólico de la cruz. Su esfuerzo refleja la seriedad y el respeto con que asume este emotivo camino hacia el Calvario.
Para Marcelo, cada paso en este viacrucis es una oportunidad de conectar con el profundo significado del sacrificio y la redención. Su espíritu, nutrido por la reflexión y la fe, se proyecta en cada mirada, en cada gesto, transmitiendo al espectador la intensidad del sufrimiento y la esperanza inherente al mensaje cristiano.
La pesada cruz de 80 kilos que portará una vez más sobre sus hombros, no es solo un objeto físico, sino un símbolo del dolor y la entrega que marcaron el camino de Jesús, un peso que Marcelo asume conmovido y consciente de la trascendencia de su papel.
Junto a él, Daniela Rendón se prepara con el corazón palpitante, reviviendo la emoción y la profunda responsabilidad que sintió la primera vez, hace cuatro años, al representar a la Virgen María. Su entrega al papel va más allá de la actuación; es una inmersión total en la exigencia física, mental y, sobre todo, espiritual que demanda encarnar a la madre de Jesús, en este trascendental pasaje bíblico.
Daniela personifica el dolor, la fortaleza y la incondicionalidad de María ante el sufrimiento de su hijo. Su mirada, cargada de amor y angustia, conmueve a quienes presencian el viacrucis, invitándolos a reflexionar sobre la profundidad del amor maternal y el sacrificio. Cada paso, cada lágrima, cada gesto de Daniela es un testimonio de su profunda conexión con el personaje y con el significado espiritual del evento.
El viacrucis en Ocotepec no es solo una representación teatral; es una experiencia viva que involucra a toda la comunidad en un acto de fe y reflexión colectiva. A través de la entrega de sus representantes, como Marcelo y Daniela, se renueva la memoria del sacrificio de Jesús y el dolor de María, invitando a los presentes a una introspección sobre sus propias vidas y su camino espiritual.
En el rostro de cada actor que participa y en cada mirada, se percibe un sentimiento de profunda devoción y respeto por la tradición.