Punto Por Punto TV

Por Fernanda Contreras.

Cuernavaca, Mor. – Una interesante historia acerca de los orígenes de la Cruz Roja Mexicana en Morelos, nos relató su principal impulsora y benefactora. La señora Conchita Creel de Legorreta, nos pasajes de la creación de la institución de asistencia que ha salvado a miles de personas desde que fue creada, compartiendo anécdotas y detalles poco conocidos.

En una entrevista exclusiva con Punto por Punto TV, la señora Conchita, como la conocemos todos en Cuernavaca, detalló los arduos, pero apasionados comienzos de la organización, que se forjó gracias al esfuerzo de un grupo de voluntarios y a la generosidad de la comunidad.

La historia se remonta a la década de 1930, cuando un pequeño espacio en el Palacio de Cortés, en Cuernavaca, cedido por el gobierno, sirvió como la primera sede de la Cruz Roja local. Con una única ambulancia y el apoyo de su amiga, la señora Creel y sus compañeros se dieron a la tarea de limpiar y acondicionar el lugar.

Con sus propias manos, tuvieron que barrer, trapear y hasta despegar chicles pegados en el piso, transformando un espacio que se encontraba en pésimas condiciones, en un incipiente centro de atención. El primer consejo de la institución fue presidido por Vicente Estrada Cajigal, gobernador del estado de Morelos.

Posteriormente, la institución se mudó a un lugar contiguo a la catedral, un antiguo claustro que también formaba parte de la propiedad de Cortés. Aunque era un espacio más grande, la falta de recursos económicos obligó a los voluntarios a ser ingeniosos: las camas, algunas viejas y desgastadas, se separaban con cortinas para crear la ilusión de privacidad. Creel de Legorreta recuerda con cariño los años de trabajo en ese lugar.

El verdadero despegue llegó gracias a una donación clave. Con la ayuda del presidente Luis Echeverría, se consiguió un importante donativo de la Lotería Nacional, el cual se complementó con un millón de pesos de la Fundación Diez Morodo, un monto extraordinario para la época. Este dinero, junto con un terreno donado y los planos del arquitecto Felipe, permitió la construcción de un nuevo y más grande hospital. Sin embargo, aun con el edificio en pie, la falta de muebles era un obstáculo.

La solución a este problema también fue inesperada. Gracias a los contactos de su marido con Ricardo García Sainz, director del Instituto Mexicano del Seguro Social, la Cruz Roja de Morelos recibió una generosa donación de muebles usados en buen estado. El IMSS cedió todo lo que no utilizaba, desde camas hasta muebles de cocina, permitiendo equipar por completo las nuevas instalaciones.

El relato de la señora Creel de Legorreta es un ejemplo de cómo la solidaridad y el esfuerzo de unos pocos pueden sembrar las semillas para una gran causa.

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