
Por Damián Fiesco
Cuernavaca, Morelos.- Con la demanda de Vida para Todas, cientos de mujeres marcharon este viernes convocadas por la colectiva “Divulvadoras”, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Durante la marcha, las asistentes portaron mantas y pancartas para exigir justicia y visibilizar la impunidad en casos de violencia contra mujeres, niñas y adolescentes, tanto en Morelos como a nivel nacional.
El punto de partida fue el mural de memoria en honor a víctimas de feminicidio, que reúne 25 rostros de mujeres de Morelos y otras entidades. Este espacio fue inaugurado alrededor de las 10:00 horas, momento en el que integrantes del colectivo agradecieron a las y los artistas participantes, así como a quienes brindaron apoyo al proyecto. Posteriormente, las asistentes iniciaron su recorrido en dirección al Zócalo de Cuernavaca.
Desde el inicio de la marcha y nuevamente al llegar al Palacio de Gobierno en el centro de Cuernavaca, las participantes reiteraron un pronunciamiento en el que denunciaron la violencia contra las mujeres, así como la falta de resultados efectivos por parte de las autoridades:
Madre mía,
en tu corazón intento arraigar mis recuerdos
para que nunca me olvides
y mi historia reverdezca desde tu memoria.
Susi Bentzulul
¿Cómo se puede explicar lo que sentimos? ¿Hay en el mundo palabras que muestren el dolor imposible e insufrible que sentimos? Desde que nos arrebataron a nuestras hijas habitamos este mundo sin ser parte de él. Llevamos en el pecho un hueco que cada noche se llena con el llanto de sabernos incompletas sin ellas. Hemos dejado nuestras casas por el miedo y nos sentimos rotas por dentro.
Sin embargo, hemos recogido nuestros pedazos para seguir. Mientras las autoridades abren carpetas de investigación plagadas de impunidad, nosotras nos aferramos a la vida mirando el rostro de nuestras nietas y nietos, de nuestras otras hijas e hijos que como nosotras también son sobrevivientes. Nos piden datos y estadísticas y nosotras les mostramos cómo es nuestra vida desde que nos arrancaron a nuestras hijas.
Tanta rabia contenida nos ha dado la claridad para exigir justicia y reclamar nuestro derecho a vivir sin miedo y en paz. Nuestra voz, que antes era un hilito, se ha convertido en un eco potente que reclama la reparación del daño que han causado a nuestras familias los feminicidas y las autoridades con sus dilataciones y omisiones. Las mujeres asesinadas no son pilas de documentos, fueron mujeres con nombres, historias y sueños.
Juntas hemos aprendido los términos para exigir la justicia que necesitamos: pronta, expedita y con perspectiva de género. En nuestro dolor nos encontramos y hemos hecho lo que las instituciones encargadas de impartir justicia no han logrado: mantener viva la memoria de nuestras hijas. Este mural es la prueba de que nuestra voz no se pagará por más que con su indolencia e indiferencia nos sigan ignorando.
Hoy la fuerza de 25 madres víctimas indirectas de feminicidio marcan la memoria colectiva con el rostro y nombre de nuestras hijas porque queremos:
¡Vida y paz para todas las niñas y mujeres
en nuestros Estados y el mundo!