
Por Fernanda Contreras.
Cuernavaca.- Para Rafael Bobadilla Cuenca, quien se dedica a la instalación de accesorios en vehículos, la llegada de su hijo fue un momento particularmente desafiante. Se enfrentó a la difícil realidad de no contar con el sustento económico ni la estabilidad necesaria para afrontar los gastos que implicaba tener un bebé.
En contraste, la experiencia de Martín Vargas, un tamalero de la colonia Lomas de Cortés ha dedicado su vida a este oficio, y gracias a él y al apoyo fundamental de su esposa, quien se encarga de la elaboración de los tamales mientras él los vende, lograron ofrecer estudios a sus dos hijas.
Para Reynaldo Salgado, la llegada de la paternidad fue motivo de inmensa alegría y felicidad. Para él, ser padre no representó una dificultad significativa, sino una etapa gratificante. Durante 40 años, su trabajo como taxista le permitió sacar adelante a sus hijos, demostrando que con dedicación y perseverancia, es posible cumplir con el rol de proveedor y guía.
Por su parte, Paulino Villafaña Gómez se convirtió en padre a los 24 años, un acontecimiento que describió como algo muy bonito. Para él, la paternidad representa una parte esencial de la vida, un deseo compartido por muchos de ver crecer a su familia, protegerla, amarla y cuidarla. Aunque reconoce que fue un camino difícil.
Estas historias, aunque diversas en sus circunstancias, convergen en un punto común: la paternidad es un viaje lleno de desafíos y recompensas. Cada padre, a su manera, ha demostrado una dedicación para proveer y guiar a sus hijos, adaptándose a las circunstancias y encontrando la satisfacción en el esfuerzo de construir un futuro para sus familias.