
Por Fernanda Contreras.
Cuernavaca Mor-. En las principales calles de Cuernavaca, entre el bullicio de los transeúntes y el ritmo acelerado de la vida urbana, existe un mundo paralelo, uno que muchos prefieren ignorar. Es el mundo de las personas en situación de calle, individuos que, por diversas circunstancias, han terminado viviendo al margen de la sociedad.
Las personas en situación de calle son individuos que, por diversas circunstancias, viven en espacios públicos o en refugios temporales, careciendo de una vivienda estable.
Esta condición puede ser el resultado de factores como la pobreza, la falta de acceso a servicios básicos, problemas de salud mental, adicciones, desempleo, violencia doméstica, o la ruptura de redes familiares y sociales.
En una esquina cercana a la terminal de la Estrella Blanca, de las principales avenidas del centro de Cuernavaca, encontramos a Manuel Hernández, un hombre de 52 años, que lleva más de 2 años viviendo en la calle.
Con una mirada cansada pero llena de dignidad, Manuel comparte su historia. “No siempre fue así”, dice mientras salen lágrimas de sus ojos “Tuve un trabajo, una familia, pero la vida da vueltas. Perdí mi empleo, luego mi casa, y aquí estoy”.
Recordó que tiene 4 hijos, los cuales viven en el municipio de Jiutepec con su ex esposa, “ellos vienen luego a verme y si tengo algo de dinero les invito algo”, expresó.
Mencionó que sus hijos le han pedido que regrese a su casa, pero Manuel Hernández prefiere decirles que no, “yo me siento más a gusto viviendo aquí, ya no quiero regresar con su mamá, no quiero pelearme con ella porque es un poco agresiva, prefiero estar separado.
Consideró que debido a las drogas ha incrementado el número de personas indigentes. “Veo fallecer algunos porque se pasan de droga pero así como se van llegan otros”, platicó.
Según cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), existen en la zona metropolitana de Morelos 179 personas viviendo en situación de calle.
La vida en la calle es una lucha constante. Desde encontrar un lugar seguro para dormir, hasta conseguir alimento, es un desafío cada día.
La señora Mayra, platicó que ella desde hace 7 años tiene un constante conflicto con los jóvenes que duermen aun lado de su local de comida, “diario los tengo que estar corriendo, limpiando su basura que dejan, porque para mí es dar una mala imagen para mi negocio, vienen las autoridades a retirarlos pero regresan al siguiente día, algunos muestran su agresividad y otros son muy tranquilos, pero tenerlos aquí causa que mis ventas no suban, porque la gente no se acerca a consumir”, indicó la cocinera.
Para la joven Erika García es un problema fuerte que las personas en esta situación se hagan pipi sobre las calles, ya que con el calor aunque los dueños de negocios laven, el olor sigue. Me da miedo que un día entren a mi local y me asalten, siempre piden comida en los negocios pero no siempre se les da por eso los que son agresivos son los que me dan inseguridad, puntualizó la vendedora de un expendio de pan.
Las personas en situación de calle no son invisibles; son seres humanos con sueños, miedos y esperanzas.